Control alimentario

Las empresas en las que se producen, transforman o venden alimentos deben comprobar periódicamente la calidad y seguridad de las materias primas utilizadas y de sus propios productos acabados.

También deben mantener registros precisos de trazabilidad, es decir, a quién se han comprado las materias primas, ingredientes o productos alimenticios y a quién se han transmitido. Esto facilita la localización del problema en caso de emergencia.

El control oficial de los alimentos comprueba si se cumplen todas las normativas legales cuando se manipulan alimentos. El control se realiza inspeccionando empresas y tomando y analizando muestras.

La frecuencia de las inspecciones depende del nivel de riesgo. Depende de

• la propia empresa (tipo, tamaño, volumen de producción)
• los productos (tipo, origen, caducidad)
• la cualificación y el número de empleados y
• las normas de higiene.

Las empresas que ya han infringido la normativa legal o en las que se han producido deficiencias se inspeccionan con más frecuencia que las demás. Si se conocen problemas (por ejemplo, por información de los consumidores), se realiza una inspección inmediatamente.

También se toman muestras y se analizan de forma selectiva y orientada al riesgo.

En caso necesario, inmediatamente después de la inspección se toman las medidas necesarias para rectificar los problemas detectados. Además, después de cada inspección programada, se lleva a cabo una evaluación de riesgos de la explotación correspondiente y se calcula la fecha de la próxima inspección. Esto significa que los operadores de empresas alimentarias que actúan de forma responsable reciben menos visitas de los inspectores que los operadores con quejas.